En Constructores Perú, partido
político en el que milito, acabamos de editar un encarte
que contiene breves artículos en los que discutimos algunas ideas que Alberto Vergara incluyó en Ciudadanos sin
República, reciente libro suyo en el que reúne textos publicados durante los últimos años en medios de alta divulgación. Para mayores señas, Alberto Vergara es un politólogo
que realiza análisis interesantes, los cuales son presentados con meritoria honestidad; además, forma parte de una nueva generación de científicos sociales que tiene temas y estilos que los diferencian de nuestros “clásicos” investigadores
sociales (vinculados al IEP o las viejas izquierdas).
A propósito de lo que Vergara sostiene en la introducción de su libro, se ha generado un interesante debate (además de algunas intervenciones
adulonas, por cierto). En mi caso, estimo que lo importante de la referida introducción
es que pone varios temas en agenda y, en especial, uno en el que
Constructores Perú trabaja hace años: la construcción de una República de
ciudadanos. Ahora, respecto al contenido de la introducción, creo que ni
es tan novedoso (que yo recuerde, la exigencia de institucionalidad, respeto a
la ley y ciudadanía no es nueva) y tiene varias imperfecciones, por lo menos en
lo que se refiere al republicanismo (que es sobre lo que podría hablar más).
Considero que la remisión que hace Alberto Vergara al
término “republicanismo” es innecesaria y efectista, y que su apuesta no es en realidad republicana. Sucede
que, a pesar de que “republicanismo” significa algo (si bien no hay uniformidad, sí tiene un contenido mínimo), Vergara señala que usa ese término más bien como una categoría funcional a su análisis (y no
según el contenido teórico que ya tiene) y para ello, en la práctica, lo
termina redefiniendo (o desnaturalizando). Sostiene que puede hacerlo, ya que no se trata de un “hecho del mundo” (es decir, “no existe en la tierra”).
Al respecto, hasta donde entiendo, incluso los hechos del mundo son redefinidos
constantemente y, por otra parte, muchas palabras y conceptos inventados –que no son
datos de la realidad– tienen un contenido generalmente aceptado, con cierta estabilidad,
que hacen posible la comunicación. Siendo así, en primer término no deberíamos darle
a las nociones previamente existentes el contenido que nos plazca o convenga, máxime si ya cuentan con un significado conocido o estable (en caso contrario, sería necesario un
esfuerzo justificativo adicional). Con una “explicación” como la intentada por Vergara,
a su liberalismo centrista podía habérsele llamado por igual correísmo liberal,
fujimorismo institucional, comunismo democrático o pepecismo popular: no
importa, finalmente para él se trata de escoger un membrete independientemente
del significado previo que ya contenía. En efecto, según confiesa, el membrete republicanismo lo usa como "estrategia de análisis”, porque le resulta útil, independientemente de lo teorizado sobre él.
Pero, bueno, ¿por qué tanto
barullo con el término? En lo personal, el asunto me parecería irrelevante si
no fuera porque el republicanismo es una de las fuentes ideológicas de Constructores Perú y, en verdad, nos diferencia de otras
apuestas políticas e ideológicas. Tenemos un especial interés en que conozca y discuta el republicanismo en serio. Creemos que vale la pena.
Ahora bien, este no es el primer cuestionamiento que se hace al supuesto republicanismo de Vergara. Al respecto, hace poco Félix
Jiménez también sostuvo
que las explicaciones de Vergara no son realmente republicanas. Ante ello, Martín Tanaka –que fue aludido– dio cuenta del contenido del artículo de Jiménez en un artículo periodístico y prometió darle su vuelto discutir lo consignado allí en una siguiente ocasión. Vergara, por su parte, sin atender a los cuestionamientos de Jiménez, usó más bien un
argumento ad hominen (aunque me parece razonable): dijo que no
aceptará críticas a su republicanismo de quiénes fueron fans enamorados de un
caudillo militar (¡sóbense!).
Bueno, yo no he sido fan de
Humala, aunque ciertamente mi republicanismo me hizo imposible pensar en votar
por Keiko (espero que, desde similar republicanismo, haya pasado igual con Vergara).
No obstante, creo que no es la voz discutir (y menos descalificar) aludiendo a de
quién fuiste fan o por quién votaste (es más, hasta donde entiendo McEvoy debería
jalarle la oreja a Vergara por semejante purismo, atendiendo a que en la
historia del Perú el republicanismo siempre vino “con hueso”). Mejor, me parece, es discutir a fondo los temas del republicanismo y pensar en una agenda
republicana, ahora que parece que por fin parece posible.
Y con esto acabo: reitero, a mi parecer
la apuesta (supuestamente republicana) de Vergara en realidad es liberal
(además de centrista y moderada, como lo precisa siempre); de republicana solo
tiene cierto institucionalismo, más vinculado al sentido común del académico
responsable que al contenido característico del republicanismo. Ahora bien, de otra parte, el aparente republicanismo de la izquierda (que supuestamente reivindica Félix Jiménez) no
sé bien a dónde apunta: recuerdo que Susana Villarán incumplió flagrantemente la sentencia
del caso La Parada, Marisa Glave defendió la “muerte civil”, Nicolás Lynch ofende a
los ciudadanos homosexuales y en la marcha
del 26 de octubre se levantó como bandera de lucha la derogación de la
ley de servicio civil, todo lo cual me parece ciertamente antirrepublicano.
En fin, por ahora lo dejo
aquí. Les pido que por favor chequeen el encarte de Constructores ¡y a ver si
la seguimos!
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